Su nombre te suena, seguro, por las noticias que damos del proyecto WEND BE NE DO en Burkina Faso. Bouba (Aboubakar SAWADOGO) se nos fue el martes, 10 de marzo de 2015, por la tarde,y fue enterrado en la noche.

Vivía con sus abuelos, inmerso en la pobreza de cualquier familia del país. El proyecto le proporcionaba lo mejor para su vida. Otros chiquillos del proyecto, como él, han ido saliendo adelante, mejorando su salud y estado general. Bouba no. El VIH y la desnutrición, a pesar de todos los esfuerzos, ha acabado con su corta vida: 17 años, aunque su apariencia era la de un niño de 8.

Bouba nos tenía ganado el corazón desde que apareció en la fiesta de los niños en enero de 2012 vestido como en un día cualquiera. Los niños, ese día, se ponen su “ropa de los domingos”; juegan, bailan, reciben sus regalos, comen juntos, se les da caramelos, refrescos… Es uno de los días más importantes en el proyecto tanto para los niños como para los adultos. A la vuelta a su casa, Bouba llevaba media botella de cocacola para su abuelo. Este hecho nos ha hecho reflexionar mucho, profundizar en la calidad humana de personas que no cuentan para nada; nos ha hecho casi “mitificar” a Bouba como ejemplo de generosidad y de alguien por quien merecía la pena partirse la cara por él; nos ha marcado de una manera profunda acerca de nuestro sentido de la posesión de las cosas y qué hacemos con ellas, de a qué personas dedicamos nuestro tiempo y qué respuestas esperamos.

El dolor por su muerte es muy grande: es como perder a un hijo. Sentimientos parecidos como los que vivimos cuando alguien de Torre Nazaret nos deja. Cuesta mucho al principio aceptar que esto ocurra, y piensas en cómo lo podrías haber hecho mejor. En el caso de Bouba te sobrepasa. Queríamos traerlo a España cuando fuera mayor de edad, y proporcionarle aquí un buen seguimiento de su medicación, un hogar, unas relaciones humanas dignas, una alimentación adecuada y unos estudios. Teníamos un reto importante por los problemas para el visado en el espacio Schengen, pero eso nos parecía algo fácil cuando los objetivos son importantes.
Bouba nos ha enseñado, como tanta gente sencilla en el mundo, a olvidarnos de nuestras pequeñas manías personales en el cuidado de nosotros mismos, a no estar atados a nuestras cómodas casas o eficaces medios para el trabajo. Y nos duele, claro que nos duele, que Bouba ya no sea un maestro vivo. Mas gente como él son quienes cambian el mundo para que otros salgamos de nuestra seguridad, comodidad, diversas formas de egoísmo -muchas veces camufladas, enmascaradas en gestos de seres sociales políticamente correctos-; gente como él que nos ayuda y nos seguirá ayudando a apostar una y otra vez por proyectos no brillantes ni con el éxito asegurado. El proyecto ha hecho por él todo lo que ha podido.

Buscar culpables sería una insensatez, pero no deja de preocuparnos el porqué en África siguen muriendo niños por hambre, por enfermedades que en Occidente se pueden tratar; niños soldados entrenados para matar a su propia familia -no es el caso de Burkina Faso-, que se les manipula para ser esclavos de un sistema injusto, malo allí y malo aquí, y que traduce nuestra solidaridad muchas veces en un fracaso aparente, cuando no la certeza de que muchos de ellos buscarán el sueño occidental víctimas de la mafia de la trata de seres humanos en su travesía a Europa en pateras o esperando la oportunidad de saltar la valla de Melilla.

La muerte de Bouba no es un eslabón perdido en nuestra carrera por atajar el sida, el hambre, la falta de escuelas, etc. Es un aliciente importante en el esfuerzo de cada día para que haya justicia. El proyecto no ha fracasado con Bouba. Perdió su ojo derecho como consecuencia de un citomegalovirus (HHV-5) por su infección de VIH (transmisión madre-hijo) Desde el proyecto se le implantó una prótesis y fue para él una forma de seguridad personal para desarrollar su vida con normalidad. Perder un ojo no fue obstáculo para seguir sus estudios, desde el plan de escolarización del proyecto, jugar con sus amigos y acudir a las actividades en WEND BE NE DO. Pero la desnutrición y el curso de su enfermedad han sido la causa de su ida.
Algunas personas hemos aprendido de las intuiciones de Carlos de FOUCAULD que sólo desde los pequeños y con ellos y ellas se puede llegar a ser feliz y a contagiar a nuestro entorno de esa alegría no exenta tantas veces de lágrimas y de dolor.

Recordaremos siempre a Bouba con la camiseta del Real Madrid que le trajo Carlos LLANO y siempre ha estado limpia para la ocasión de vernos y de comunicar tantas cosas sin necesidad de palabras; limpia como su alma y su mirada confiada con un solo ojo; una luz que no se ha apagado ni para nosotros ni para sus compañeros de WEND BE NE DO.
Confiamos en otro mundo posible, en el que nuestros hijos no vean a los niños del Tercer Mundo como seres extraños, sino como iguales. Confiamos en el fin de la pobreza causada por Occidente, desde el tiempo de la colonización, seguida por la sobre-explotación de sus recursos naturales, asegurada por la deuda externa, y como un espacio comercial para las armas, fabricadas todas en nuestros demócratas, desarrollados y civilizados países occidentales. Y Bouba nos va a ayudar a ello.
Aurelio SANZ BAEZA
Perín, Cartagena, 15 de marzo 2015
